El poder de un Archivo municipal

Por Lucía Oliveras

Los primeros archivos municipales proceden de la época romana y en cada ciudad del Imperio había uno. Los visigodos y los árabes también registraron las actividades administrativas en sus comunidades. La colección más importante de toda Europa la tuvo la Corona de Aragón, porque a partir del siglo XII reunió toda la dispersión de documentos en depósitos especializados. Dos siglos más tarde nombraron al primer archivero y se hace el primer reglamento. Su misión era cuidar y conservar la documentación, que se guardaba en sacos, la custodia de las llaves y el inventari0. A partir de entonces no cesa el perfeccionamiento del almacenamiento y del acceso, siendo determinante la llegada de la informatización a partir de 1962.

Los archivos de la Administración pública registran la vida de sus ciudadanos desde que nacen hasta que mueren. Actas de propiedad, repartos de bienes, actividades económicas, nombramientos, acuerdos del Pleno, expedientes urbanísticos, padrones o planos cartográficos… Una valiosa información y de especial interés para todo tipo de investigadores. Estos registros locales ofrecen una perspectiva histórica necesaria y constituyen un gran garante de la transparencia de los gobiernos locales, que no dejan de generar a diario documentos administrativos. Por ley, la custodia de este Patrimonio, como garante de los derechos de los ciudadanos, es responsabilidad del archivero.

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